En los currículum de personas de cultura anglosajona se suelen indicar las experiencias
laborales que han sido un fracaso, y se utilizan como un indicativo de que esa
persona es un emprendedor, proactivo y sin miedo a los retos y al fracaso,
cualidades muy valoradas en ese entorno.
De hecho, hay una estimación que asegura que para que un
negocio funcione antes has tenido que fracasar muchas veces, como Thomas Edison, que dijo esto al lograr generar luz:
Thomas Edison es un buen ejemplo para reflejar esto cuando dijo antes de inventar la luz:
“No he fracasado, he encontrado 10.000 formas de generar electricidad que no funcionan”.
Por el contrario, en nuestra cultura, los fracasos se
tienden a ocultar, haciendo verdaderas obras de ingeniería para maquillar periodos
de tiempo en los que hemos estado dedicados a un proyecto que fracasó.
Ese miedo al fracaso nos paraliza, nos impide lanzarnos a
emprender y a aprender. No hay mejor maestro que la experiencia, que la acción,
y un fracaso en nuestra idea de negocio nos va a hacer más sabios.
Tenemos que adoptar la forma de pensar anglosajona y
aplicarla a nuestra filosofía.
Fracaso = crecer, avanzar y aprender
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