A medida que me voy familiarizando
con el mundo empresarial, en especial el de las pymes, veo que los emprendedores
de hoy son los empresarios de ayer. Y entonces, ¿para qué el cambio de nombre? Pues
porque éstos, huyendo del halo de maldad que en los últimos tiempos rodea al término
empresario (como es habitual pagando muchos justos por unos pocos pecadores),
han tenido la habilidad de imbuir de significados motivantes al apelativo moderno.
Y esto me lleva a pensar en uno de
mis temas favoritos, el poder del lenguaje.
El poder que tiene una combinación determinada
de símbolos del alfabeto a la que el ser humano otorga un significado (lo que
viene siendo una palabra), para influir en el devenir de las sociedades. Pero
eso sí que da para otro post, una novela, un ensayo y una vida entera de
subirme a un cajón y charlatanear en las plazas de los pueblos. Mi plan infalible
para ese periplo es aceptar la caridad en especies, que si un sobao El Macho en Selaya, que si una
calandraca de La
Comedia de Toro, unos mantecados El
Patriarca en Estepa, en fin, frugales refrigerios…
Pero creo que mejor me centro en lo
que venía hoy a contar a quienes aún soporten leer mis largas oraciones cuajadas
de idas de olla. Hablando de ollas, una olla ferroviaria en Mataporquera... Se
aceptan sugerencias típicas de cada zona para cuando me lance a dar la tabarra
a viva voz y no a viva tecla.
-Nota para mi bien futuro: Paloma,
concreción, concentración y simplicidad, que estás más guapa, mona. Y ni se te
ocurra hacer lo del cajón, que no vas a oler un comino y te corren a cantazos
por la era.
Aunque no lo parezca, empezaba
escribiendo acerca de las pymes, y es porque me ha impresionado enterarme del dato
de que las grandes empresas (con más de 250 trabajadores), sólo representan el
0,12 % del total de empresas en España.
Por lo tanto, el 99,88 % de las
empresas en España son pymes, y de éstas el 55,38 % no tienen trabajadores
asalariados y el 40,32 % son empresas con 1 a 9 empleados; es decir: las microempresas (de 0 a 9 empleados) en España suponen el 95,9% del total de empresas. Creo que son cifras
escalofriantes, al menos para mí, que me hacen tomar conciencia de la importancia
y responsabilidad tan enormes que recaen sobre los hombros de los comerciantes de vecindario
y de los hacedores de ricuras que mencionaba antes. Ellos son los que tiran del carro. A ellos hay que agradecerles no sólo que nos hagan la vida más agradable y fácil, sino que el país no se vaya al garete.
Sin ir más lejos, los geniales
profesionales de Taberna
Leoncio donde tengo reservada mi esquina querida, heredada de mi padre y su
AMIGO Antonio, para disfrutar de la cocina y la charla de Flor (esas croquetas,
esos cachopos, esas patatas caseras, ese rabo de toro, esa tarta de queso… y
esas risas).
Iba a decir para acabar: “En
resumen,” pero no tengo capacidad para resumir semejante batiburrillo de
inconexiones como he soltado arriba.
Me limitaré a concluir animando a
aquellos que tengáis una idea de negocio en la cabeza, a lanzaros a por ella. Poniéndole
lo que hay que ponerle, eso sí, que nadie dijo que fuera fácil, pero el 99,88
% no pueden estar equivocados.
Postdata: Y por si queréis formaros
en cosas que luego poder aplicar en vuestro empeño, no os perdáis los
monográficos y jornadas de formación para emprendedores que os estamos preparando en Be Mum and Dad.
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